Wednesday, April 18, 2007

De inundaciones

Calientas las frías sábanas de esta cama e intentas soldar mi aliento a tu espalda cada vez que tengo pesadillas. Llenas los ecos de mi habitación a base de gemidos, ocupas huecos recónditos de mis dolores pasados.
Rompes los silencios de vacío que habitan las esquinas de mi armario y, como una pieza de puzzle, intentas encajar en el mural de mi vida. Apretamos fuerte los cuerpos para lograr fundirlos… y es bonito verte procurar acoplarte a los recovecos extraños que acompañan mi existencia cada madrugada.
Yo palio tus agrios amaneceres llevando café a la cama, así jugamos a no sentirnos solos llenando folios en blanco a base de besos y completamos a fuerza de puñados de tierra los agujeros que nos marcaron OTROS al marcharse. Después saltamos juntos en colchonetas de placer a medias para recordarnos que seguimos vivos y aún no nos hemos marchado.
Nos gustamos cuando nos dimos cuenta de que bebíamos a los cuatro vientos las angustias del otro. Al día siguiente, obturamos las heridas de cuchilla en mis muñecas y más tarde, lamimos rápido las gotas de sangre que consiguieron salir.
Y aunque todo esto suene muy bonito, yo sé que nunca terminaré por encajar del todo en tu puzzle porque… no borras los adioses de esta espalda y mi aliento no se incrusta del todo en tu nuca cuando duermes.
Yo no consigo dejar de tener pesadillas, tú no terminas de olvidarlas a Ellas… y mi habitación es demasiado pequeña para dos vidas encharcadas de ácaros contra la esperanza.