Monday, November 05, 2007

De rescates

Son los días, que se nos pegan a los brazos y nos mantienen soldadas a los cien metros cuadrados de un piso devastado de ilusión. Te levantas pegajosa, yo despierto desganada. Me miras con los ojos entreabiertos o entrecerrados y con el pelo hecho una maraña de preguntas sin respuesta, mientras paseas arrastrando tus pies hasta un frigorífico rebosante de anhelos.
Los días se suceden caramelizados, y con pocas palabras y muchos gritos internos, mimamos las esquinas de nuestro lúgubre reinado.
Época bañada en oscuridad la llaman, yo prefiero pensar que tal estado de hibernación dará lugar al resurgimiento de nuestras alas de mariposa. De lo contrario, qué demonios, bajaré a la tienda más cercana a comprar unas con las que comenzar a enseñarte a sobrevolar los cinco pisos que nos separan de la felicidad.

Monday, October 22, 2007

Caída

Me muevo, suspiro, rozas el punto que todo lo tambalea, te miro, me esquivas, te marchas. Escalofríos color malva, tonalidades chocolate, burdeos, cenizas, estampidas y estampados.
Me muevo, creo un nudo entre mi garganta y el pomo de la puerta, me empujas y escurridiza caigo a un suelo que se me antoja enorme, profundo, inacabable y terminado. De espaldas te escurres. No hablas, musito, no puedo volverme a mirarte y me someto ya que…qué más da perder un poco más de dignidad si tanta transpiración limpia mi cuerpo de toda la suciedad que me estoy obligando a tragar.
Me muevo, miras al techo, al suelo, la pared y el infinito. Yo estoy en frente y te miro a ti, tus muescas, la piel roja, el sudor, los ojos idos. Y sigo mirando tu pelo y comienzo a buscarme perdida.
Me muevo, y entonces abandono mi nombre y dejo que me lleves arrastras hacia la habitación de la incertidumbre. Comienzas a mostrarme las ventanas por donde puedo escapar pero lo único que consigo es apoyar mi rostro contra ellas mientras me escurro, me enseñas tantas sillas que terminan durmiéndoseme los brazos, sueñan mis manos, en el lavabo me escurro y termino dormida en la bañera. Despierto asustada, impotente, con el calor nublándome los más tibios pensamientos. Y huele a vainilla en la ducha, y a vino en tu azotea, y a sal sabe el color verde de nuestras ropas.
Desvarié, me escabullí, claudiqué para dejar de ser una persona, resbalé, tropecé, caí, me sodomicé a mí misma...
Me muevo, despierto, y esta mañana he reaparecido. Porque he despertado y he vuelto a ser tangible, groseramente de nuevo mármol, he regresado a mi cuerpo y he comprendido que ya no vuelo.

Saturday, September 01, 2007

Necrosis

Te veo ahí, tumbado entre las sábanas…
Delante del espejo ella se desviste, pausadamente, conocedora de las descargas que produce en tu sistema nervioso a cada trozo de tela que arroja al suelo.
Ha llegado el momento y con la respiración entrecortada levantas tu moteado cuerpo para, con mil mariposas estrellándose contra tus intestinos, acercarte serpentinamente en pos de la chica con la mirada perdida en el espejo.
Tú aún no lo sabes, pero acabas de ganar la partida. Tu rey tardará poco en comerse a la reina, y la que antes era princesita ansía con fervor el momento de la carnicería clandestina a la que está a punto de asistir.
Mentalmente, desterráis las demás piezas del tablero para establecer una contienda cuerpo a cuerpo, en igualdad de condiciones. Ella nunca ha llegado a jugar un uno contra uno y delante del espejo suspira sin que te des cuenta, porque un miedo de color púrpura comienza a hacerle cosquillas en los pies.
Tus manos inician el derretimiento de su oscura coraza de reina. A su espalda recorres, imperfectamente, una piel llena de historias que no ha vivido y señales de promesas que se negó a cumplir.
Mientras respiras en su nuca ella se da cuenta de que ha perdido la partida poco a poco, pero rápidamente. Que todos sus peones se encuentran fuera de combate y no quiere que nadie regrese a rescatarla. Porque ahora no falta ni una sola pieza. El rey acecha y ella únicamente intenta desasirse del hormigueo que aún titila en sus tobillos.
La que alguna vez fue princesa rodea todo su cuerpo hasta encontrarse frente a su adversario. Lo observa, analiza, lo respira memorizando cada partícula de olor, olfatea al contrincante sabedora de que va a engullir hasta su última célula, poco a poco, pero muy deprisa.
Todo se vuelve nuboso y comenzáis a derramaros por las sábanas de una cama que chilla de placer al poder contemplar vuestro uno contra uno a vida o muerte, que gane el mejor.
Entonces, entre el quiero y el no puedo, un deseo y muchos olvidos, ella destierra el color púrpura de sus tobillos y piensa que porqué no, igual la partida puede quedar en tablas. Pero como todos sabemos, la igualdad y los finales neutros, en el amor y la cama, son imposibles.
Se comieron las esquinas, escondieron los pudores, lamieron todas sus angustias y al final, tu sexo atravesó todos los recodos de una reina sin lamentos. Tu chica del espejo te escondió tan hondo, que incluso a ti mismo te cuesta encontrarte. Hubo fuegos artificiales, luces encendidas y alguna que otra lágrima que se quedó petrificada al borde de una cama a la que nunca regresaréis. Gimieron los placeres y aullaron los dolores, hubo embestidas que asustaron a algún vecino y suaves contoneos que, sinuosamente, iban robando a partes iguales trocitos de amígdala a cada contrincante.
Al final, se engulleron el uno al otro, el tablero quedó vacío, se alienaron con él. Plástico al plástico, derretidas corazas, perdieron y ganaron.

Ahora tú puedes contarme que perdiste alegría, ganaste en recuerdos, la echas de menos. Ella, la chica del espejo, la reina de corazones, podría detallarme los pliegues más oscuros que anidan en las comisuras de tus labios, para después contarme entre pucheros lo mucho que añora tus enormes hombros, tu pelo de oro, tus ojos de cera, tu cara de niño, tus dientes de hiena.
Seguramente nunca sabréis que lo único que ocurrió es que fuisteis poco a poco, pero muy rápido. Tan rápido como os sacudisteis todas las vísceras, tan pronto como le rozaste los pulmones con tu sexo. Tan apresuradamente…. que os precipitasteis por los acantilados en los que un día fuisteis felices.

Tuesday, June 12, 2007

Días de vino y chocolate

Supe que eras especial desde el día en que leí tu poema preferido y se convirtió también en el mío. Asumimos nuestros errores y dejamos visto para sentencia el tiempo de las manzanas y la luna blanca, para marcharnos a cualquier barra a emborracharnos de besos, y ayeres que te rasgaron todos los órganos del placer. Desempolvamos los zapatos de tacón y marchamos, en fila india, a crear mundos mejores y rescatar sueños perdidos.
Tuvimos valor y dijimos todas las cosas que ya comenzaban a oxidarnos la esperanza. Fuimos cruzando los almanaques y nos dedicamos a marcar con huellas ajenas todas nuestras historias de fin de semana y aquellas que se alargaron más de lo previsto. Supimos qué significaba dejar de amar, dejar de ser amadas, y corrompimos nuestros minutos en embarcaderos de chocolate que conquistábamos relatando turbadoras historias que nunca terminaban bien. Nos acostumbramos a curarnos los tiempos pasados a base de juegos de mesa y copas alzadas. Y claro, entre copa y copa de vino llegamos hasta el final del trayecto.
Ahora sólo nos queda mirarnos frente a frente y decirnos tantas cosas… que las palabras se nos resbalan de los dedos en forma de puños cerrados y labios contraídos. Porque todo concluye (y nosotras no íbamos a ser menos), pero nada se calma.
Sé que hay una pequeña barca esperándote en cualquier plaza mugrienta para llevarte a lugares mejores. A esos territorios enviaré por correo los turrones de chocolate que aquí comenzarán a pudrirse, esperándote. Te remitiré reseñas de películas que ya no veremos, músicas tristes que dejarás de convertir en alegres y mis desganas empaquetadas para que las cambies en las ganas que sólo tú sabes crear.
Y bueno, ahora sé que García Montero se equivocaba sobremanera. No es vacío lo que dejarás al marcharte, no. Dejarás un cruel hueco en el sofá lleno de los ecos de tus sonrisas. Un plato y una silla coja que esperarán que regreses para darte cobijo las noches de fisuras interminables y amantes que quieren dejar de serlo. Abandonarás jueves de batas blancas y lágrima fácil, lunes de bizcochos de frambuesa y llantos complicados, sábados de Gary Olman cruzando interminables océanos de tiempo para encontrarnos…Yo les explicaré que no eres ninguna ingrata, pero ellos seguro seguirán esperándote nostálgicos y rencorosos, ya nos conoces.
Al marcharte dejarás también un vaso negro que ya nadie llenará, comida que irá pudriéndose poco a poco, folios que escribiste y alguien colgó en un panel entre el cielo y el infierno, citas terapéuticas que no son consultorios sentimentales y el recuerdo de Tully impreso en todos los locales a los que fuimos y dejamos de ir.
Dejarás tantas cosas que me he propuesto empaquetarlas todas, poner tu nombre en una caja y usarla como peluche todas las noches. Así soñaré que a mí también me espera una barca en cualquier plaza mugrienta. Y dejarás el debido vacío que hace años recitaba Montero de esta forma todo será mucho más normal. Y como sé que odiarías que normalizara mi vida, acudirías aquí, de nuevo, a chillarme con voz angelical. Entonces yo volvería a desempaquetar todas tus huellas, reaparecerían mis ganas y en ese momento, te ataría fuerte al póster de Marilyn que nadie se atrevió a colgar nunca, para que siempre pudieras escapar arrastrando contigo todos los colores que te regalé algún día, sin que tú te dieras cuenta.
Porque supe que eras especial desde el momento en que te escuché hablar en lenguas extrañas y sonreír en mi mismo idioma, todo a la vez. Ese pudo ser el día, aunque bien visto, también es probable que fuera otro distinto.


A CarolCorazóndeLeón, porque nunca podrás sumar lo que te quiero

Wednesday, April 18, 2007

De inundaciones

Calientas las frías sábanas de esta cama e intentas soldar mi aliento a tu espalda cada vez que tengo pesadillas. Llenas los ecos de mi habitación a base de gemidos, ocupas huecos recónditos de mis dolores pasados.
Rompes los silencios de vacío que habitan las esquinas de mi armario y, como una pieza de puzzle, intentas encajar en el mural de mi vida. Apretamos fuerte los cuerpos para lograr fundirlos… y es bonito verte procurar acoplarte a los recovecos extraños que acompañan mi existencia cada madrugada.
Yo palio tus agrios amaneceres llevando café a la cama, así jugamos a no sentirnos solos llenando folios en blanco a base de besos y completamos a fuerza de puñados de tierra los agujeros que nos marcaron OTROS al marcharse. Después saltamos juntos en colchonetas de placer a medias para recordarnos que seguimos vivos y aún no nos hemos marchado.
Nos gustamos cuando nos dimos cuenta de que bebíamos a los cuatro vientos las angustias del otro. Al día siguiente, obturamos las heridas de cuchilla en mis muñecas y más tarde, lamimos rápido las gotas de sangre que consiguieron salir.
Y aunque todo esto suene muy bonito, yo sé que nunca terminaré por encajar del todo en tu puzzle porque… no borras los adioses de esta espalda y mi aliento no se incrusta del todo en tu nuca cuando duermes.
Yo no consigo dejar de tener pesadillas, tú no terminas de olvidarlas a Ellas… y mi habitación es demasiado pequeña para dos vidas encharcadas de ácaros contra la esperanza.

Friday, February 02, 2007

Persiguiendo a Amy

“Fue un error. No estaba enfadado con ella, estaba asustado. En ese momento me sentí pequeño, como si me faltara experiencia, como si nunca fuera a estar a su nivel, como si nunca fuera a ser bastante para ella, ¿me entiendes? Pero lo que no comprendí es que eso le daba igual. Ya no estaba buscando a ese tío, me estaba buscando a mí, buscaba a Bob. Pero cuando llegué a comprender todo eso… ya era tarde. Ella se había ido. Y todo lo que me quedó fue un orgullo estúpido que luego dio paso al arrepentimiento. Sí, ella era la chica. Ahora lo sé. Pero… yo la eché de mi lado. (…) Y desde entonces me paso los días persiguiendo a Amy.”

Bob el silencioso

Thursday, January 11, 2007

¿?

Me preguntas qué quiero por reyes…yo te cuento que me gustaría tener una cajita llena de energía, scalextrics por los que conducir mis coches rotos directos a un desguace, peluches que calienten las frías sábanas en noches de enero, una play station con la que poder pasarme pantallas ya jugadas y volver a repetirlas si no terminaron como a mí me gustaría.
Querría un libro que respondiera a todos los interrogantes a los que me sometiste, y un puente que me lleve directamente a los pies de tu cama. Una goma de borrar para hacer desaparecer todas tus tristezas, trenes, autobuses y aviones con los que viajar a los pensamientos más hondos de tus mediodías apáticas, y carbón, mucho carbón para redimirme de todas las cosas malas que hice a sabiendas de que me perdería. Y sí, necesito un bote rosa de agua oxigenada para rociar mis heridas supurantes.
Me preguntas qué deseo por reyes…y no atisbas a ver que únicamente quiero seguir contemplándote mientras tus labios musitan, incesantes, qué es lo que me gustaría tener para reyes…

31/12/06

Este ha sido nuestro año- dices mientras jugueteas con una brizna de hierba-.

Sí, definitivamente ha sido nuestro. Solas hemos sido capaces de desenhebrarnos los nudillos de los dedos uno a uno, poco a poco.
Hace 11 minutos tomábamos café con sabor a sal mientras hacías recuento de tus victorias. Eso ha sido lo que nos ha hecho mantenernos calladas todo el tiempo. Ahora comienzas a narrar tus desgracias y dices, balbuceante, que nadie nos ha ayudado a tropezarnos con todos los bordillos. Eso ha sido justamente lo que nos ha hecho reinas de estos 365 días.
Con desgana, quemas unos papeles llenos de recuerdos que no te gustaría tener, frases que preferirías no haber escuchado, nombres que se han quedado entrelazados a orillas de tus tobillos. Me pides mis recuerdos escritos y los prendes, todos juntos. Miramos el fuego con la esperanza estúpida de que las cenizas se esparzan con el viento y volvamos a tener 8 años, cuando no nos conocíamos y nunca era nuestro año, no teníamos que quemar recuerdos hirientes y las noches del 31 de diciembre las esperabas sin pensar porqué coño, si este ha sido nuestro año, hemos terminado haciéndolo cenizas
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