Monday, October 22, 2007

Caída

Me muevo, suspiro, rozas el punto que todo lo tambalea, te miro, me esquivas, te marchas. Escalofríos color malva, tonalidades chocolate, burdeos, cenizas, estampidas y estampados.
Me muevo, creo un nudo entre mi garganta y el pomo de la puerta, me empujas y escurridiza caigo a un suelo que se me antoja enorme, profundo, inacabable y terminado. De espaldas te escurres. No hablas, musito, no puedo volverme a mirarte y me someto ya que…qué más da perder un poco más de dignidad si tanta transpiración limpia mi cuerpo de toda la suciedad que me estoy obligando a tragar.
Me muevo, miras al techo, al suelo, la pared y el infinito. Yo estoy en frente y te miro a ti, tus muescas, la piel roja, el sudor, los ojos idos. Y sigo mirando tu pelo y comienzo a buscarme perdida.
Me muevo, y entonces abandono mi nombre y dejo que me lleves arrastras hacia la habitación de la incertidumbre. Comienzas a mostrarme las ventanas por donde puedo escapar pero lo único que consigo es apoyar mi rostro contra ellas mientras me escurro, me enseñas tantas sillas que terminan durmiéndoseme los brazos, sueñan mis manos, en el lavabo me escurro y termino dormida en la bañera. Despierto asustada, impotente, con el calor nublándome los más tibios pensamientos. Y huele a vainilla en la ducha, y a vino en tu azotea, y a sal sabe el color verde de nuestras ropas.
Desvarié, me escabullí, claudiqué para dejar de ser una persona, resbalé, tropecé, caí, me sodomicé a mí misma...
Me muevo, despierto, y esta mañana he reaparecido. Porque he despertado y he vuelto a ser tangible, groseramente de nuevo mármol, he regresado a mi cuerpo y he comprendido que ya no vuelo.