Tuesday, August 26, 2008

Coreografía

Debía de ser eso. Tú levantándote desnudo de la cama. Tú caminando angulosamente hacia la cocina. Tú inclinándote para sacar algo de la parte baja de la nevera. Los pliegues de tu pecho al agacharte. Tú sonriéndome descarado. Yo sentada en la cama. Yo inmóvil, mirando y admirando. Los omóplatos sobresaliendo con descaro de tu espalda. Tú conocedor de mi mirada. Yo memorizándote los lunares, diseminada sobre la cama, estática y tranquila, fumando, jugando con mi pelo y después estabas tú… debía ser eso. La felicidad, digo, tú y yo, debía de ser eso.

Saturday, June 14, 2008

Conversando a solas

Sólo necesitas un contexto, por ejemplo, la calle que separa su casa de la tuya. Una forma de encontrarse, que puede consistir en el típico choque seguido por la caída de folios, continuado por una inclinación al suelo para recogerlos. Es hora de dar paso a la conversación.

Introducción: Hola, eres tú, no te había visto (dos besos de rigor), que tal tus exámenes, bien, y tu trabajo, también bien, qué haces por aquí, pues nada, de camino a casa, yo voy de camino al centro (al centro de tu cama, piensas).

Nudo: Me has echado de menos… pregunta él. Tú dudas durante una milésima de segundo y contestas que todos los días (en las conversaciones imaginarias el orgullo no existe). Él te dice que siente todo lo que ha sucedido, tú contestas que no pasa nada, susurra que lo único que ocurrió fue que el miedo se apoderó de él, pero que aún recuerda tus besos, tus tobillos, la espalda, dice que aún tiene memorizados todos los lunares dispersos por tus ingles y que a veces… los recorre por las noches, antes de dormir. Entonces le invitas a un café, para cicatrizar heridas pasadas. Él acepta, por supuesto, y el café conduce a una cerveza, la cerveza a una copa, la copa a un beso nostálgico, el beso nostálgico a un beso con ganas. Sin saber cómo, de repente os encontráis como hacía tiempo, taladrando las paredes de tu piso (o del suyo), esnifándoos los anhelos, fumándoos los fluidos del otro.

Desenlace: A la mañana siguiente (porque claro, en estas historias siempre terminan quedándose a dormir), os despertáis perezosamente pegajosos, sonrientes y hambrientos. Lo invitas a desayunar y mientras cruzas los dedos (¿le gustará el café con tostadas?)… Me encanta, contesta él.

Dicen que quien no arriesga no gana, quien no sueña no vive, que quien no tiene esperanzas está muerto y las buenas personas siempre terminan siendo felices… eso significa que yo gano, vivo y terminaré siendo feliz. Qué más dan todas esas gilipolleces. A veces me planteo que igual si no gano, no vivo, no termino siendo feliz… tú volverás a mi lado, y ya todo dará igual.

Friday, May 02, 2008

Érase que se era

Érase que se era un reino encantado por la sonrisa de una princesa (todos sabemos que en las historias épicas las únicas que podían encantar eran las princesas). El caso es que aquél lugar era extraño, pero no más de lo que siempre lo han sido estos cuentos… claro está. La princesa era bella, tan bella que dolía, decían algunos… tan bella que quemaba, comentaban otros.

El problema de este cuento, es que a la bella princesa se la traía al fresco lo que pensaran unos… lo que pensaran otros… ella andaba eclipsada por el aroma rojizo de los rizos de una muchacha que vendía pan a orillas de palacio. Sus bucles olían a migas tostadas, a mantequilla derretida, a mermelada de melocotón… y así lloraba, la princesa, añorando los rizos de la mercadera de pan, la cual nunca le hizo caso… la cual siempre echó en falta que algún chico le dijera que era tan bella que dolía, que era tan bella que quemaba…

Thursday, April 17, 2008

La limpiadora de metro

La limpiadora de metro tiene las manos más suaves jamás vistas. Dos hoyuelos por sonrisa, un vestido rosa fucsia, cuatro rosas de plástico esperándola al llegar a casa. Y sabe que nadie escribirá ya nada nunca acerca de ella. Conoce la inestabilidad de las estaciones del año, de las estaciones de metro, de las estaciones en camas… camas ajenas, camas de antaño, camas mullidas, camas muy duras, camas y camas. Yo me la crucé el otro día, me acarició las mejillas con sus suaves manos jamás vistas y dijo levemente… bueno, en realidad no me dijo nada, porque la limpiadora de metro ya nunca dice nada...
Si algún día te cruzas con ella y le sonríes, te devolverá una amplia sonrisa. Entonces puedes decirle que la espero, al otro lado del andén.

Monday, February 18, 2008

Acinetópsica busca acromatópsico

Una buena mañana ella se tropezó con un trozo de vida congelado y cayó de bruces contra el suelo. Desde entonces, aquellos días en los que el mundo se mueve más de lo normal se queda en casa, asustada, mientras cierra los ojos para no darse cuenta de su incapacidad para percibir el movimiento de su vida. Que sólo ve imágenes estáticas, fotogramas sin conexión, que se asusta, que reza para que nunca nada vuelva a moverse.

Por esa época en la que a ella se le fue el mundo de las manos, él se dejó caer contra sus ilusiones. Sufrió un severo golpe a partir del cual comenzó a verlo todo en escala de sucios grises. Los días de sol bajaba al sótano de su gris casa, a conversar con las grises paredes, mientras engullía insistentemente miles de cientos de millones de grises tabletas de chocolate.

Un día de mucho sol y demasiado movimiento, los dos, cada uno por su lado, sin más pretensión que afrontar sus miedos, salieron de sus respectivas casitas aisladas para dar un humilde paseo por el parque. Él intentaba disfrutar de la amplia tonalidad de grises a la que el otoño da lugar. Ella, con la vista fija en todos los objetos inmóviles daba pasos pequeños, para que su mundo no se tambaleara demasiado.

De repente se encontraron. Él tan absorto en el gris de las hojas otoñales, ella tan asustada por el movimiento de los patos en el estanque... Se quedó muy quieto mirando su preciosa piel grisrosada, pelo grisoscuro, aquellos ojos grismarengo, las uñas grisplata y una sonrisa griscaricia. Como ya he dicho, él se quedó inmóvil, y claro, ella lo miró, lo remiró y lo requetemiró. “Si me prometes que nunca te moverás de ahí te amaré hasta el resto de mis días”–dijo ella-. “Si tu me juras que mantendrás siempre el griscarmín de tus pestañas no volveré a moverme de este lugar jamás de los jamases” –musitó él-.

Y ahí se quedaron, ella tan gris, él tan inmóvil, los dos tan tópsicos.


Acinetopsia: incapacidad para percibir objetos en movimiento.
Acromatopsia:
pérdida total de la visión en color.


Wednesday, January 30, 2008

Paralelismos

- Y tú qué prefieres ¿ser novia o amante?- dijo la amante-.
-
Amante. ¿Y tú? –contestó la novia-.
-
Novia. Con ellas se levantan los domingos por la mañana, desayunan, van al cine y les dicen que las quieren –enumeró, de corrido, la chica de una noche-.
-
Pero a las amantes os dicen guarradas, arrancan vuestra ropa a mordiscos, os besan con alevosía… Iconizáis el deseo, y yo quiero ser deseo –inquirió, pasionalmente, la chica de todas las noches-.
-
Tú eres novia, por eso te gusta más el bando contrario- afirmó una-.
-
Y tú siempre has sido amante- respondió la otra-.
-
Yo sólo quiero que me quieran –comentó entre pucheros la amante-.
-
Y yo que me deseen –susurró la novia acariciándose su húmeda nuca-
-
¿Me prestarías a tu novio para que fuera conmigo al cine los domingos?-preguntó ella, indecisa-
-
No, ¿y tú a tu amante para que me deseara los sábados por la noche?-dijo la otra ella, confusa-
-
No –finalizó rotundamente la amante-

Bajaron la cabeza al unísono y se dispusieron a terminar de hacer la comida, silenciosas, añorando poseer todas las vidas ajenas que jamás tendrían.

Thursday, January 10, 2008

De felicidad

Ella se inclinó ligeramente hacia la felicidad. Él ya la rozaba desde hacía tiempo. La invadió la luz cálida de un amanecer inesperado. La invadió él, para qué negarlo. Y después, un día de anocheceres terminó el asedio al que ella apaciblemente se había acostumbrado. No se prometieron nada porque ya habían aprendido que de nada sirve. Pero en lo más profundo de sus zapatos ella deseó la promesa. Ya era demasiado tarde, y todos sabemos que los aviones no se retrasan cuando lo necesitamos.

Por unos instantes no tuvo que intentar ser feliz para sentir el recorrido dulce de los días que amanecen con ganas. Más tarde llegaron las no respuestas y los llantos en cualquier esquina de la calle del beso, que nunca más volvió a ver un beso como los de entonces.