Friday, May 02, 2008

Érase que se era

Érase que se era un reino encantado por la sonrisa de una princesa (todos sabemos que en las historias épicas las únicas que podían encantar eran las princesas). El caso es que aquél lugar era extraño, pero no más de lo que siempre lo han sido estos cuentos… claro está. La princesa era bella, tan bella que dolía, decían algunos… tan bella que quemaba, comentaban otros.

El problema de este cuento, es que a la bella princesa se la traía al fresco lo que pensaran unos… lo que pensaran otros… ella andaba eclipsada por el aroma rojizo de los rizos de una muchacha que vendía pan a orillas de palacio. Sus bucles olían a migas tostadas, a mantequilla derretida, a mermelada de melocotón… y así lloraba, la princesa, añorando los rizos de la mercadera de pan, la cual nunca le hizo caso… la cual siempre echó en falta que algún chico le dijera que era tan bella que dolía, que era tan bella que quemaba…